28 jun 2013

El General y la Bataclana.

Ilustración por: Delfina Peydro



Los hermanos Doberto fueron a la Capital cuando murió el padre. Eran tres huevos de campo. El mayor se llamaba Baez. Los otros dos, gemelos, eran Domingo y Diego.

14 jun 2013

Lexicón de Jitanjáforas Mairalnas.


Ver. 6.8
Revisado junio 2310.

Afiscar.
1. tr. Penar con privación de bienes, que son asumidos por el fisco.
2. tr. Declarar que algo ha caído en afisco.
3. tr. Incautarse de ello como pena.

Afisco.
1. m. Der. Cosa afiscada.
2. m. Der. Pena que consiste en la privación de bienes, sea por impago de los correspondientes impuestos o porque exceden la capacidad económica máxima de la categoría fiscal asignada. Los bienes son asumidos por el fisco y distribuidos entre aquellos sujetos fiscales cuya capacidad económica este debajo de la media de su categoría fiscal.
3. m. pl. u. c. sing. coloq. Establecimiento autorizado donde se distribuyen bienes afiscados.

Claros, conectados y regulados.

Apenas él le daba el okey, a ella se le agolpaba el paracaídas y caían en galpones, en salvajes forestaciones, en nevadas exasperantes. Cada vez que él procuraba ordenar las filas, se enredaba en un griterío quejumbroso y tenía que insultarse de cara al espejo, sintiendo cómo poco a poco las manos se endurecían, se iban cerrando, hormigueando, hasta quedar tendido como el veterano de combate al que se le han dejado caer unas nociones de orden. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se calzaba los camuflajes, consintiendo en que él aproximara suavemente su telescópica. Apenas se lanzaban, algo como un reflejo los llevaba, los abrumaba y enfocaba, de pronto era el túnel, las detonaciones cegadoras de las metralletas, la opacidad inútil del objetivo, los avances del equipo en una figura quirúrgica. ¡Flanco! ¡Flanco! Apostados en la cresta del operativo, se sentían claros, conectados y regulados. Temblaba el humo, se vencían las barreras, y todo se acoplaba en un profundo sentido, en parches de purulentas gasas, en informes casi crueles que los llevaban hasta el límite de las burocracias.



Texto original:

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.

- Julio Cortazar. "Rayuela", capítulo 68



Este texto fue escrito en el marco de un taller dictado por Pedro Mairal y organizado por la revista Orsai. Fue el noveno de once ejercicios, con consigna doble. La primera fue reescribir el capitulo 68 de la novela "Rayuela" de Julio Cortazar, reemplazando las palabras inventadas por otras no inventadas.